¿Retorno a la escuela? Recientemente, en Venezuela se nos invitó a debatir sobre un próximo regreso a clases de nuestros niños, niñas, adolescentes y jóvenes

Se sugirió que, dentro de la discusión, se tomara en cuenta el regreso paulatino de los distintos niveles educativos, así como la combinación de clases presenciales y clases por vía online. Frente a esta propuesta del gobierno, han surgido muchas respuestas que, en su mayoría, se caracterizan por ser de corte emocional.

Es comprensible, ya que se trata del bienestar de los niños, niñas y adolescentes, sin olvidar que la población de los jóvenes, viene siendo el grupo etario de mayor contagio del covid-19.

En las siguientes líneas, intentaré razonar sobre mi posición de posponer ese retorno, hasta tanto no se esté aplicando la vacuna contra el virus que, desde lo que se nos informa, sería para el próximo año.

Condiciones de nuestros niños, niñas y adolescentes

En los primeros momentos en que apareció el virus, algunos médicos infectólogos, al notar que: el mayor nivel de letalidad se ubicaba en las personas de la tercera edad, particularmente en aquellos que tuvieran patologías de base; un bajo nivel de contagio en jóvenes y un casi nulo contagio en niños, concluyeron que, si el virus se daba en los niños, su desarrollo sería leve, semejante a una gripe.

A medida que ha pasado el tiempo, y los conocimientos han evolucionado frente a este fenómeno inédito, tantos los niños como los adolescentes se pueden contagiar con una frecuencia baja, sin que esto descarte el peligro de sufrir fuertes reacciones. De hecho, ha habido casos de niños y adolescentes que han fallecido como consecuencia del virus. Ya los especialistas han venido explicando las causas de estos decesos.

Lo que, si podríamos considerar acá, es que no todos nuestros niños y adolescentes están completamente sanos, por lo que un posible contagio, traería síntomas fuertes. Muchos de ellos pudieran estar presentando patologías de base; algunas diagnosticadas por los médicos, como ciertas cardiopatías, asma bronquial, presión arterial alta, obesidad, malnutrición, sistema inmunológico débil, y otras no diagnosticadas, ya que pudieran aparecer durante la adolescencia como diabetes juvenil, cardiopatías, entre otras.

Por lo que el contagio con el virus, pudiera ser letal.

Importancia de la etapa de latencia

Si bien es cierto que la etapa de latencia, así llamada por S. Freud (6-7/12-13 años), es la más apropiada para la adquisición de los aprendizajes instrumentales como la lectura, la escritura, la aritmética y con estos, el de las demás áreas de conocimiento como la geografía, historia, ciencias, no quiere decir que una pausa de un año, vaya a alterar bruscamente la continuidad de estos aprendizajes.

Precisamente, la importancia de esta etapa es considerada por algunos especialistas, padres y representantes como argumento de peso para sugerir el regreso a clases, por lo que me voy a detener en la descripción de sus logros.

Se puede estimular desde otros contextos

Esto lo hago, para visualizar como los mismos se pueden estimular, en otros contextos de desarrollo como el familiar, el comunal, sin desvalorizar la importancia del contexto escolar y el retorno a la escuela cuando así sea.

En la etapa de la latencia, de cuya consolidación dependerá el futuro psíquico en la pubertad y la adolescencia, se destacan los siguientes logros:

  • La capacidad de desplazar su energía psíquica hacia la búsqueda activa de conocimientos y experiencias, lo que favorecería la consolidación de su desarrollo cognoscitivo.
  • La capacidad de establecer un equilibrio entre el control del placer/placer del control. El desarrollo moral y la normativa escolar le obligan a limitar el placer corporal directo y sus impulsos agresivos, canalizándolos por medio de actividades lúdicas. Son esenciales los juegos de despliegue físico, como correr, saltar, empujar, golpear, e incluso “pegar” dentro de lo permitido. También, encuentra placer en las actividades intelectuales como la lectura de cuentos fantásticos que le despiertan su imaginación.
  • La capacidad de sublimación, la cual es el resultado de las anteriores, hace mención a la canalización y modulación de la pulsión agresiva en habilidades y actividades interesantes y productivas, lo cual le permitirá la adaptación y el interés por el mundo social y escolar. Así mismo, podrá transformar la impulsividad sexual y agresiva en afectos como la ternura, nostalgia y pudor y los contactos físicos moderados le permitirán modular todo un mundo de experiencias marcadas por la amistad y la empatía.
  • La capacidad de integrar sentimientos ambivalentes. Su adaptación e interés por el mundo exterior, le ha permitido reconocer y tolerar las limitaciones y virtudes propias y las de los otros posibilitando la capacidad de evaluar y autoevaluarse de forma ponderada. Paralelamente, el estar implicado en actividades que requieran competir y reparar, rivalidad y complicidad, recibir y dar sin rencores, aceptar y restituir, le proporcionarán la base del reconocimiento de sentimientos de gratitud y de deuda
  • La capacidad de interiorizar figuras de autoridad confiables y estables. Al mismo tiempo que los niños van siendo más autónomos y se van separando progresivamente de sus figuras paterno-filiales, ocurre un acercamiento con adultos sustitutivos, quienes ejercerán funciones educativas, normativas e incluso afectivas. Esto les permitirá la interiorización de figuras sólidas de identificación “alcanzables”. Confiarán en que “quien sabe más”, puede ofrecer conocimientos, prácticas y estrategias para enfrentar la realidad. Si no se confía y no se espera nada de la capacidad del otro, el esfuerzo que necesita el aprendizaje requiera de mucho esfuerzo.

Para concluir, todo este conjunto de experiencias y vivencias durante la etapa de la latencia, es imprescindible para la consolidación y maduración de la personalidad. Si bien las vivencias dentro de la vida escolar son esenciales, en el ámbito del hogar y la comunidad se pueden estimular, tomando en cuenta la situación inédita que estamos viviendo y nos obliga a tomar precauciones para el retorno a la escuela

Los adolescentes se han convertido en el grupo etario más resistente al seguimiento de las medidas de bioseguridad contra la pandemia

Esto se debe a los muchos cambios que están pasando, particularmente los referentes a la construcción de su identidad personal. El alcance de la misma dependerá de muchos factores, sin embargo, sabemos que su desarrollo cognoscitivo hace que muchos de ellos se perciban a sí mismos y sus propias opiniones e intereses como las más importantes y válidas.

La información que ellos tienen de algún aspecto tiene mayor peso en la formación de los juicios que hacen que los pensamientos de los demás y otra información relevante.

Les resulta muy difícil comprender o que hacer frente a las opiniones de otras personas, y ante el hecho de que la realidad puede ser diferente de lo que están dispuestos a aceptar.

Otras formas de presentarse el egocentrismo adolescente se resumen en el mito de invencibilidad, el mito personal o en forma de fantasías, donde se creen invulnerables.

Esas características debemos tomarlas en cuenta cuando ejercemos autoridad para que respeten las normas sanitarias.

Utilizar el diálogo, invitarlos a que se informen mejor sobre la pandemia en fuentes confiables, evitar que sobre ellos lluevan reproches, órdenes, imposiciones, sanciones y castigos por su resistencia a la normativa.

Si a lo anterior le sumamos que muchos de los adultos, son un mar de contradicciones, saliendo sin mascarilla, no respetando el distanciamiento físico, cediendo y/u organizando festejos familiares, debemos coincidir con lo expresado por Dueñas (2020), que el adolescente es “el espejo de las contradicciones del mundo adulto”.

Condiciones del Personal Docente

El personal docente, de todos los niveles educativos, ha venido mermando en los últimos años; unos han emigrado a otros países, otros han decidido dedicarse a trabajos diversos, para enfrentar la crítica situación económica que nos ha acompañado durante el último quinquenio, producto del asedio y las diversas sanciones ilícitas a las que nos ha sometido el imperio estadounidense.

Esta falta de docentes ha obligado a integrar sesiones de algunos grados, en varias escuelas y liceos, contratar a nuevo personal docente y/o recurrir a estudiantes de los últimos años de la carrera docente, manteniéndose aún una falta de personal.

Es esperable que, después de estos tiempos de cuarentena, algunos docentes hayan dejado su ocupación, para optar por otras opciones de trabajo.

Con falta de personal docente, docentes iniciándose en su profesión u otros con experiencia limitada; las funciones educativas los pudiera desbordar y, no es para menos. Su desempeño se tornaría más exigente, ya que deberán complementar sus actividades para el desarrollo del currículo con las del cumplimiento recurrente de las normas sanitarias por parte de los NNA cuando sea el retorno a la escuela.

Normas sanitarias que no sólo incluyen el lavado de manos, el distanciamiento físico, sino también la asepsia del salón de clase. Nos estamos refiriendo a una docente y no siempre apoyada por una auxiliar, con 30-40 estudiantes a su cargo.

Hay un tema del que mucho se habla en privado, pero no se debate y, es el debilitamiento de la autoridad docente. Es frecuente observar como en los liceos, la figura de autoridad del docente es poco respetada.

Nos encontramos entre docentes intentando ejercer su rol con calidez y firmeza y adolescentes resistentes y desafiantes. En este clima, me parece, se hará imposible resguardar las normas necesarias para evitar el contagio, como por ejemplo evitar las aglomeraciones, los corros, los amapuches, idas a la cancha, escape al patio de las parejas, entre otros.

Condiciones de las Instituciones Educativas

La infraestructura de muchas instituciones educativas de nivel inicial y primario, no están adecuadas para cumplir las normas sanitarias, en particular el distanciamiento físico en el retorno a la escuela.

Sus instalaciones emergieron de reformas de casas viejas, haciendas coloniales, destinadas a viviendas. Esto pasa, particularmente en la educación privada. No podemos dejar de mencionar que, las instituciones de educación inicial que se encuentran dentro de algunos ministerios, tampoco cuentan con el espacio adecuado para seguir el distanciamiento físico.

Las condiciones actuales de las instituciones educativas, tanto públicas como privadas, las desconozco. Sin embargo, el estar vacías desde marzo, donde sólo se ocupan de los más mínimos cuidados de aseo e higiene y seguridad, no creo que estén acondicionadas con las medidas de seguridad sanitaria para garantizar el bienestar físico y psicológico del nuestro NNA, en situaciones de pandemia para el retorno a la escuela.

Además, no se ha mencionado la necesidad de contar con equipos de salud en cada institución, para enfrentar cualquier eventualidad

No debemos caer en la patologización

Sin dejar el tema de la salud mental del venezolano/a, es importante afirmar que todos/as tenemos miedo de la pandemia, nos entristece no poder vivir como antes de la aparición del virus, nos genera incertidumbre el futuro. Miedo, tristeza, incertidumbre son emociones naturales ante un hecho inesperado, desconocido y donde todos y todas somos vulnerables. No le temamos a esas emociones ya que ellas son adaptativas.

No debemos caer en la Patologización de las emociones naturales ante un hecho inédito, tal como lo sugiere la Dra. Dueñas (2020), destacada investigadora en el área de la patologización de las infancias y adolescencias, en América Latina.

Para cerrar, no es prudente utilizar el argumento de que se aminorará el sufrimiento psicológico de nuestros NNA, con su retorno a la escuela.

Autora: Lic. Carmen Liliana Cubillos S. – Psicóloga, Docente de la escuela de Psicología, de la Universidad Central de Venezuela

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