No dudes en volver a casa. Hija, debes saber que la vida es bonita, con altas y bajas, quizás no todo salga como aquellos cuentos que escuchabas de pequeña. No temas, el sabor amargo es aprendizaje, es un avance en ti y en la capacidad que tienes para amar. Pero no bajes la cabeza, no dejes que te lastimen, de verdad, si un día el Príncipe se convierte en ogro, no dudes en volver a casa.

Hija, aquí voy a estar cuando todo marche mal, cuando tu sonrisa desaparezca y sientas que la presión en el pecho no te deja más, no voy a juzgarte, voy a abrazarte. Porque poco me importa el qué dirán. No te aferres a los recuerdos, a la idea de que va a cambiar, a la boda, a lo que fue un día, porque eso hará que sea más difícil soltar, porque el matrimonio tiene un toque de impredecible y es posible que te muestre su verdadera cara.

HIJA, NO DUDES EN VOLVER A CASA

Hija, esta es tu casa, es el lugar que siempre te espera, el que va a darte vida, impulso y la fuerza que necesitas para seguir. No es tu culpa, no olvides, un golpe, un grito, un insulto, una humillación, no es tu culpa. Nada justifica un mal trato, no dejes que tu dignidad se arrastre, porque es más complicado que ambas vuelvan a levantarse.

Hija, amar no es aguantar, amar es encontrarte con el otro, entenderse, conectar a nivel físico, emocional y espiritual. Es aprender juntos, sanar heridas y abrazar otras, pero nunca es dañar. El matrimonio es un compañero de vida, no un abusador, no alguien que te corte las alas, el verdadero amor va a hacer que vueles tan alto que hasta tú misma te vas a sorprender de tu potencial.

Hija, no dudes en volver a casa, si el Príncipe se convierte en un ogro, no te quedes, no te avergüences en regresar, eres mi orgullo, por sí sola, por tu sola esencia. No te quedes por un papel, por una casa, por dinero, no te amargues la vida así mi amor, porque eso al final no es nada, nada si te roban las ganas de vivir, gritar, saltar y bailar.

Hija, te amo con el alma, a mí no me hace feliz verte con un anillo, vestida de novia, viajando, en un buen trabajo, ¡me da igual! Me hace feliz verte sonreír con quien sea, en donde sea, pero siempre feliz. Si no era ahí, entonces vete, que mis brazos siempre estarán para recibirte y, si algún día falto, no olvides que puedes hablarme con el alma, no te voy a soltar.

Autora Karen Villaseñor, en la página Soycarmin.com

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