Entre risas y desmayos a través de videos virales nos llega el Juego de la asfixia donde vemos a adolescentes «jugando». Y colocamos jugar entre comillas porque evidentemente no hablamos de un juego infantil, inocente que contribuya a la expresión de los sinsabores de la vida y a su respectiva elaboración sino de un «juego» que puede poner en riesgo la vida de quienes lo llevan a cabo.

Hablamos del «Juego de la asfixia» o como se llama en inglés «The chocking game». No es la primera vez que nos enteramos que nuestros adolescentes llevan a cabo actividades que pueden hacerles daño, no obstante en nuestra labor de ponerles al tanto a los padres y docentes y todos los implicados en el desarrollo infantil, hablaremos un poco de esto.

¿En qué consiste este juego?

Sin más ni menos consiste en provocar hipoxia cerebral (disminuir el oxígeno que llega al cerebro) por algunos segundos, que al parecer provoca éxtasis y placer generando la pérdida de la conciencia, a tal punto que lo denominan «la droga de los niños buenos». Es importante recalcar que no solo se practica en compañía, sino que se reportan casos donde los adolescentes lo llevan a cabo de forma individual.

 

¿Cómo suelen enterarse los padres?

Los padres suelen enterarse a través de los videos difundidos en internet, así como también mediante  investigaciones ante posible sospecha de intento suicida, y en las emergencias médicas como producto de las complicaciones que este «jueguito» conlleva

 

Signos y síntomas para identificar

Hemos investigado un poco, y encontramos algunos signos y síntomas reportados por Baquero, Mosqueira, Fotheringham, Wahren y Catsicaris (2011) en su estudio «El juego de la asfixia en la adolescencia: entre la experimentación y el riesgo»   , que resumimos acá

  • Cefalea (dolor de cabeza) intermitente grave de reciente aparición
  • Convulsiones
  • Síncopes (pérdida brusca de conciencia) donde se desconoce su explicación
  • Abrasiones (lesiones) no explicadas
  • Petequias lineales en el cuello (vasos sanguíneos rotos que forman diminutos puntos rojos)
  • Petequias faciales
  • Inyección conjuntival persistente (ojos rojos)
  • Actitud agresiva
  • Desorientación
  • Demandas inusuales de privacidad, queriendo encerrarse en baños y habitaciones
  • Marcas de ataduras o cuerdas, entre otros
  • Visitas a páginas web, chats y conversaciones relacionadas con este juego
  • Suele presentarse con mayor frecuencia en adolescentes tempranos o medios

 

Mientras más sigamos en conmoción, menos vamos a poder actuar

La adolescencia nos choca, sí, nos choca porque nos obliga a ver lo que no queremos ver. El paso de los años se hace evidente, las comparaciones están a la orden del día. En esta etapa, en la adolescencia predomina el actuar por sobre el pensar y es nuestra labor recordar ese aspecto importante.

El sentido de pertenencia se torna importantísimo y es por eso que el factor de lo social, de los compañeros, de ser aceptados se torna esencial para tomarlo en consideración en nuestros análisis del adolescente y de la situación que tenemos en frente pero también para conversar

Los problemas, las consecuencias parecen estar desligados de la mente de los adolescentes, por eso, en conversaciones, en límites, en responsabilidades, en confianza, nosotros se lo debemos recordar.

En pocas palabras, el adolescente nos pone en frente conflictos que quizás nosotros no hemos resuelto. Los problemas, los riesgos, la libertad, la juventud, son temas que de no tenerlos conversados y entendidos por nosotros mismos, pueden ser más difíciles de tratar con nuestros chamos. No obstante, la adolescencia no debe ser vista como una etapa totalmente negativa, cuando en realidad conlleva un proceso importante para la integración de diversos aspectos, vivencias y aprendizajes que llevarán al niño, ahora adolescente a convertirse en un adulto capaz, independiente y que aporte a nuestra sociedad.

 

¿Qué podemos hacer desde casa?

Esta pregunta tendemos a hacerla y responderla en los artículos que escribimos porque en este mundo de la inmediatez muchas veces las reflexiones se quedan cortas, entonces aquí va:

  • Investiga y mantente al tanto de temáticas relacionadas con la niñez y la adolescencia
  • Evita el tabú, la mejor arma que tienes es la comunicación, el diálogo y la confianza
  • Promueve conversaciones en casa, promueve la confianza entre los miembros de la familia
  • El clima familiar siempre es una variable importante que debemos considerar, ya que puede fungir como un factor de protección ante riesgos o como un factor de riesgo que puede aumentar la probabilidad de que nuestros chamos realicen este tipo de prácticas.
  • LA FAMILIA, es importante, si detectas dificultades en este sistema, no evites buscar ayuda
  • En diversos estudios señalan que la internet y las redes sociales son herramientas de información pero también de desinformación ampliamente utilizados por los adolescentes, quienes a veces prefieren buscar a través de estos que acercarse a sus padres, lo cual, convierte la viralización de estos videos en un riesgo al ser vistos como «normales» sin los riesgos reales que realmente conllevan. Hablamos de adolescentes desinformados , desinformando a otros adolescentes, por ende Infórmate e informa, rompe la cadena de desinformación
  • En la base está, promover una adecuada autoestima, autonomía, toma de decisiones, análisis de las situaciones entre los adolescentes. Recuerda que esto no solo inicia en la adolescencia sino que es desde antes, desde la infancia, con los mensajes que das en el día a día, desde el ejemplo, desde la consideración, la conexión, la escucha y la búsqueda de ayuda de ser necesario.
  • Habla sobre la presión social, puedes hacerlo desde la conexión, desde el entendimiento y dejando ver que pueden acudir a ti para hablar sobre este tema tan importante en la adolescencia
  • Enseña y acepta el NO de tus hijos. Esto les permitirá poner límites también fuera de casa

 

Una mirada desde de los derechos de niños, niñas y adolescentes

Art. 31 de la Convención sobre los Derechos del Niño – Tratado Internacional

“1.-Los Estados Partes reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes.”(…)

Si bien es cierto que niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la recreación (Art. 63 De la LOPNNA – Venezuela), no es menos cierto que los juegos que practiquen no deben atentar contra su propia integridad personal (física, psicológica y moral) ni la de otras personas, en consecuencia no deben ser juegos violentos, sexualizados, etc.

Cuando las “actividades recreativas” presentan indicadores de violencia, pudieran desencadenar la comisión de hechos punibles, incluso las “consensuadas”, como lo que ha estado ocurriendo recientemente entre adolescentes con juegos como: la asfixia, carrusel, arcoíris, la jarra loca, entre otros, quienes generalmente de manera voluntaria inician estas prácticas nocivas, ocasionando daños importantes a su salud física y mental.

La delgada línea entre el juego y el delito

Son diversas y cada vez más frecuentes las situaciones que se han atendido en referencia a la práctica de este tipo de “juegos” por parte de adolescentes, quienes incluso han tenido que enfrentar procesos penales ante el sistema de justicia, debido a las consecuencias de sus actos. Recordemos que, los adolescentes tienen entre muchos deberes, el compromiso de respetar los derechos de las demás personas (Art. 93 de la LOPNNA – Venezuela), en consecuencia presentan responsabilidad penal, por lo que responderán por sus acciones según el tipo de hecho punible cometido, su participación en ello (incluso por omisión /los que observan la situación) y el daño ocasionado en la víctima, teniendo presente su condición de sujeto en desarrollo.

La corresponsabilidad en estos casos

“1. Los Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas, sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona que lo tenga a su cargo.”(…) Art. 19 de la Convención sobre los Derechos del Niño.

Ahora bien, esos chicos ¿estaban sin supervisión de un adulto? Y es que la responsabilidad que tienen los adultos a cargo de estos chicos durante la práctica de estos juegos, también es un elemento que debe incorporarse al análisis de la problemática; por ejemplo, actividades como “la asfixia” se han desarrollado en espacios escolares/educativos.

Como se sabe, los adolescentes son sujetos en desarrollo, por lo que eventualmente pudieran exponerse a situaciones de riesgo, sobre todo si están en grupo y agravándose cuando además tienen acceso a sustancias tóxicas (alcohol y drogas). De allí a que siempre necesiten la orientación, supervisión y acompañamiento de sus responsables (adultos), quienes deberán responder ante las autoridades, por su atención negligente u omisión ante este tipo situaciones.

Si alguien que es responsable del cuidado y supervisión de niños, niñas y adolescentes, está en conocimiento del desarrollo de estas actividades, debe reportarlo de inmediato a las autoridades competentes, a fin de que se tomen las medidas socioeducativas, administrativas y si es necesario penales que correspondan.

Para finalizar… 

Como reflexión final, ambas queremos expresar que entendemos que la experimentación es parte de nuestra curiosidad humana, que parte del crecer es también experimentar y tomar riesgos, pero, en nuestra sociedad, cada año vemos como esto se  torna en un riesgo real a la integridad humana más allá de un aprendizaje y reflexión.

Nos enfrentamos cada vez más a actividades virales y masivas que comprometen la salud física y mental de nuestros niños y adolescentes. Ante esto, cabe preguntarnos ¿Qué está pasando? ¿Qué mensajes están teniendo del resguardo físico y del cuidado del cuerpo? ¿Realmente esa información que está inmersa en el curriculum escolar está llegando? ¿Estamos hablando sobre los riesgos? ¿Seguimos teniendo miedo de que al hablar les demos ideas y convertimos aún temas en tabú? ¿Resaltamos los derechos frente a los deberes? ¿Resaltamos el cuidado y resguardo de nuestra integridad física? ¿Enseñamos a nuestros hijos a decir no?  Estas y muchas otras preguntas nos surgen, nos preocupan y por ello te invitamos a responderlas

 

Poner en riesgo nuestras vidas, no es un juego

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Melissa Rosales  – Psicólogo, especialista en Psicología Clínica – Psicólogo infantil – psicochamos@gmail.com / Redes sociales @psicochamos

 

Lic. Yenniffer Manzo – Trabajadora Social / Defensora de Niños, niñas y adolescentes – somosderechicos@gmail.com / Redes sociales: @derechicos

 

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